“Nada grande se puede hacer con la tristeza”, fue el lema que acompañaba los festejos. La frase de Arturo Jauretche hizo honor en el barrio porteño de Boedo en el preciso momento en el que la calle se volvió una fiesta y el canto una alegría colectiva.
Casi 60 mil personas asistieron a la celebración de los festejos que recuperaron el valor que siempre merecieron, por ser parte de nuestra identidad y de nuestra cultura. Pero sobre todo porque el Proyecto Nacional sigue creciendo y son millones los que se sienten incluidos y a los que les sobran motivos para festejar.
Casi 60 mil personas asistieron a la celebración de los festejos que recuperaron el valor que siempre merecieron, por ser parte de nuestra identidad y de nuestra cultura. Pero sobre todo porque el Proyecto Nacional sigue creciendo y son millones los que se sienten incluidos y a los que les sobran motivos para festejar.
La historia sólo la escriben los pueblos. Por eso conmovía tanta alegría, tanto barrio, tanta cultura liberada. No hacía falta subrayarlo: los mercaderes del odio jamás podrán contra las risas libres de un pueblo que canta, que baila y que reconstituye su identidad.
Ningún pueblo es feliz sin una política que los dignifique, que los contenga y los haga participar. Cuando la política nos invade, ya no hay margen para que las grandes pantallas televisivas intenten ocultar la historia que se escribe a fuego lento en esta parte del mundo. Por ese motivo La Cámpora decidió ser parte de esa fecha y sus militantes celebraron con su característica mística, alegría y profunda convicción.
Ningún pueblo es feliz sin una política que los dignifique, que los contenga y los haga participar. Cuando la política nos invade, ya no hay margen para que las grandes pantallas televisivas intenten ocultar la historia que se escribe a fuego lento en esta parte del mundo. Por ese motivo La Cámpora decidió ser parte de esa fecha y sus militantes celebraron con su característica mística, alegría y profunda convicción.
Entre los cantos, pogos festivos y volanteadas, se pudo ver a los referentes Juan Cabandié, Andrés Larroque y Mariano Recalde, junto a una centena de militantes que organizaron la puesta en escena de un día histórico.
Hasta que llegó la hora para que desfile la murga de La Cámpora en aquel barrio porteño, Los Dandys de Boedo. Pese a tener largos años de historia, esta vez sus filas fueron encabezadas por una figura que generaba gran impacto y emoción, un Néstornauta de varios metros que caminaba con ellos y hacía que los compañeros izaran honrosos sus trapos, como intentando alcanzar el cielo.
Mientras tanto, la mesa colocada sobre la Av. Boedo y Humberto Primo no paraba de recibir gente pidiendo volantes y remeras y dejar sus datos para sumarse y participar de la organización. Al costado, unos paneles de diferentes tamaños y colores con la figura del Néstornauta y su rostro calado vislumbraban la consigna “Yo pongo la cara por el Proyecto Nacional y Popular”. La cola para poner la cara y sacarse una foto se alargaba con el correr de la noche y, a todos los que se llevaban el recuerdo fotográfico, se le regalaba una flor de papel hecha por los militantes, en alusión a la frase de Mao Tse-Tung pronunciada por Néstor Kirchner, que florezcan mil flores.
“El barrio está de fiesta con su mejor sonrisa y una ternura extraña me invade el corazón. Parece que las horas corriesen más deprisa y que del mismo barro brotase una canción…”, reza el tango de Luis Rubistein. Y hoy quedó demostrado; hay un pueblo más justo y solidario que decide construir su propio futuro y una juventud que va al frente, lleva bien altas las banderas de Néstor y Cristina y sabe que con este Proyecto… todo el año es carnaval!
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